Hace unos días me voy dando cuenta de que aunque yo no me de cuenta los demás me empiezan a considerar alguien mayor, eso o tengo pinta de madre, lo cual es sobre todo un fastidio, más sobre todo cuando siempre me dicen que tengo cara de niña y desde que me cambie la nariz más.
Ejemplo 1:
Situación: en el despacho de mi jefe, una reunión con un compañero al que hacía tiempo que no veía. Ese día llevaba una camisa-vestido y mi mala postura habitual.
Compañero: - Felicidades-
Reina: - Felicidades, ¿por qué?-
C.: - ¡Aaaah! ¿que no se puede decir todavía? -
R.: - Felicidades ¿por qué? – (empezaba a intuir que sería algo que no me haría ni pizca de gracia)
C.: - No, que me parecía que estaba embarazada-
(A mí se me desencajo la mandíbula, me quede boquiabierta y ojiplática)
Mi Señor Jefe: - Compañero, es que desde que eres papa te piensas que todo el mundo está igual- para quitar hierro al asunto y evitar me lo comiera con patatas.
Ejemplo 2:
Situación: cuarto de las fotocopias, dentro estaban un tío súper macarra que parece que me tira los trastos un día para no hacerme ni caso después.
Tío Súper Macarra: - ¿De cuánto estás? –
Reina: - De cero –
Sé que se debe a una mala postura combinada con mi manía de ir con la “tripa a lo loco”, mi profe de oriental me suele meter caña con eso.
Pero ya el remate de todo fue esta conversación con Brenda.
Brenda: - Con lo inteligente y culta que eres ¿no te has planteado tener hijos? –
Y ya está otra con Solé:
Solé: - Hijos tuyos no quieres ¿y adoptar? –
De verdad, no quiero hijos, ni siquiera quiero dormir con nadie en la misma cama, ¿es mucho pedir un poco de piedad y discreción?